2 de noviembre de 2019

Tres obras maestras de la novela corta

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El rancho de los sueños rotos  
De ratones y hombres (1937) | John Steinbeck


De ratones y hombres (Of Mice and Men, 1937), del estadounidense John Steinbeck, conmueve por tratar con crudo realismo la vida dura de gente sencilla durante la Gran Depresión, la grave crisis económica de la década de 1930.
Después de errar por diversos pueblos de California, Estados Unidos, Lennie Small y George Milton consiguen empleo en un rancho cerca de Soledad. Deben cargar sacos de cebada a cambio de 50 dólares mensuales, comida y cama en un barracón. En esta hacienda ambos amigos conocen al negro Crooks, cuya espalda se encuentra torcida porque un caballo lo coceó y a quien se le prohíbe entrar al barracón por su color de piel, y al viejo Candy, el barrendero, que se siente inútil desde que perdió una mano hace cuatro años.
En esas circunstancias, Lennie y George acarician la idea de tener una granja para vivir juntos y sostenerse con lo que producirían. El viejo Candy se ilusiona también con ese proyecto y quiere unírseles. Sin embargo, es complicado salir de la situación en la que subsisten.
El negro Crooks los desalienta: «He visto más de cien hombres venir por los caminos a trabajar en los ranchos, con sus hatillos de ropa al hombro, y esa misma idea en la cabeza. Cientos de ellos. Llegan y trabajan y se van; y cada uno de ellos tiene un terrenito en la cabeza. Y ni uno solo de esos condenados lo ha logrado jamás».
¿Será posible alcanzar el sueño? ¿Qué hace la mayoría de los trabajadores con el poco dinero que reciben? Se lo gastan en whisky, en el burdel, en las cartas o en los dados. Así, no progresan, no salen del hoyo.
La bella esposa de Curley, hijo del patrón, tiene también una ilusión. Cree que podría ser actriz de teatro. Además, un tipo le dijo que podía introducirla en el mundo del cine. Pero la realidad es otra: vive en una hacienda rodeada de hombres que trabajan como bestias.
En ese ambiente la tragedia ronda. El fortachón Lennie Small (cuyo apellido en inglés, ‘pequeño’, contrasta con su físico) viene de escapar de un linchamiento en Weed, donde una joven lo acusó de violación, cuando él solo quería seguir acariciando su suave vestido.
A este grandulón con mente de niño le gusta jugar con ratones, pero su torpeza hace que siempre los mate sin querer. Un cachorrito del rancho al que llega con George es otra de sus víctimas de su diversión.
«Si [el patrón] descubre lo imbécil que eres, no nos va a dar trabajo, pero si te ve trabajar antes de oírte hablar, estamos contratados. ¿Lo has entendido?», le advierte George en cierto momento, quien sin duda lo pasaría mejor si viajara solo.
Al conocer a la esposa de Curley, George le advierte a Lennie que debe evitarla: «Las he conocido peligrosas, pero jamás he visto veneno como esta. Es un cebo para la cárcel. Déjala tranquila». En otro momento, el intuitivo George señala: «Va a haber un tremendo lío por culpa de ella. Esa mujer es como un revólver con el gatillo listo». Temeroso, Lennie quiere irse de ahí, pero George lo detiene porque necesitan trabajar.
Con estos ingredientes, está cantado que habrá muerte. ¿Cómo? El lector tiene la tarea de llegar al final, de disfrutar de un magnífico libro que brilla por su crítica social, su sencillez en el lenguaje y en su estructura lineal. De ratones y hombres rápidamente alcanzó la fama como un clásico sin discusión.



John Steinbeck.

La frase: «No se necesitan sesos para ser bueno. A veces me parece que es más bien al contrario. Casi nunca un tipo muy listo es un hombre bueno» (De ratones y hombres, John Steinbeck).



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Contra la tiranía
Rebelión en la granja (1945) | George Orwell



El camarada Iósif Stalin luchó a inicios del siglo XX contra las injusticias de la Rusia zarista al lado de los bolcheviques. Más tarde, participó en la revolución de 1917, que lideró Vladímir Lenin y que derrocó el gobierno provisional de Aleksandr Kérenski. Al año siguiente, en el diario Pravda, afirmó que León Trotski fue uno de los artífices del triunfo, pero con el poder en sus manos, en 1929, lo expulsó con falsas acusaciones, por ser su principal opositor.
Como muestra del culto a la personalidad, en 1925, cambió el nombre de la ciudad de Volgogrado por el de Stalingrado. Durante su régimen, Stalin impulsó con fuerza la industrialización y la colectivización de la agricultura. Para superar periodos de profunda crisis, la población hizo grandes sacrificios. Poco a poco, el país se volvió potencia, pero una de las cosas que criticó años antes se hizo parte de su gobierno: la represión. En la década de 1930 mandó a asesinar a cientos de miles de opositores e inocentes a quienes acusó de querer complotar contra él, etapa llamada la Gran Purga.
Días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), tuvo buenos tratos con Adolf Hitler, pero este lo atacó sorpresivamente meses después. Sin embargo, Stalin se sobrepuso y venció a la Alemania nazi, aunque a costa de más de 25 millones de víctimas.
Estos hechos históricos fueron tomados en cuenta por el británico George Orwell, un socialista democrático, para escribir su relato Rebelión en la granja (Animal Farm, 1945). En un giro genial, el autor emplea como personajes a animales en vez de seres humanos. Los cerdos Viejo Mayor («de aspecto sabio y bonachón»), Napoleón (de apariencia «feroz») y Snowball («de carácter débil») son fácilmente identificables con Lenin, Stalin y Trotski.
«Los seres humanos nos arrebatan casi todo el fruto de nuestro trabajo», dice Viejo Mayor a los animales de la descuidada granja del señor Jones. (Sin duda, Orwell alude al régimen zarista). «En la lucha contra el Hombre —advierte el cerdo—, no debemos llegar a parecernos a él. Aun cuando lo hayáis vencido, no adoptéis sus vicios». Sin embargo, como la historia muestra en repetidas oportunidades, el poder corrompe.
Tras la rebelión, los siete mandamientos que establecieron Napoleón y Snowball fueron transformados con el tiempo según las conveniencias particulares. La tiranía del primer cerdo se impuso con el apoyo de perros feroces y gruñones. La vida se volvió para el resto solo «hambre y trabajo», con libertades recortadas. Además, se instaló un régimen de terror con confesiones y ejecuciones que recuerda a la Gran Purga.
Otro modo del mal uso del poder es la manipulación de la historia. Los hechos se tergiversan según las ventajas que se puedan sacar. La persuasión juega aquí un rol importante para hipnotizar al auditorio. Sin reacción, las cosas empeoran. Hay que tener en cuenta que todo elemento cuando ya no es útil se desecha, así se haya entregado por completo a la causa, como el caballo Boxer.
Esta sátira sencilla va más allá de un rechazo a la tiranía estalinista. Con un lenguaje directo y de carácter universal, pues su público comprende desde un niño, esta parábola critica todo tipo de totalitarismos. Escrita de noviembre de 1943 a febrero de 1944, el original de Rebelión en la granja fue rechazado por cuatro editoriales que no querían incomodar a la Unión Soviética, aliado del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Orwell defendió su obra y vio al fin su publicación en 1945, hoy una de las novelas breves cumbres de la literatura.

George Orwell.

La frase: «La vida de un animal es solo miseria y esclavitud» (Rebelión en la granja, George Orwell). 



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Un asunto de honor
Crónica de una muerte anunciada (1981) | Gabriel García Márquez



«Volví a este pueblo olvidado tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria», dice el narrador anónimo de Crónica de una muerte anunciada (1981), novela Gabriel García Márquez, obra que reconstruye un crimen absurdo ocurrido hace casi tres décadas.
Con un espíritu de reportero, el narrador se vale de entrevistas a diversas personas, frases de un expediente judicial y su propio recuerdo, pues fue amigo de infancia y adolescencia de Santiago Nasar, la víctima. Hay que apuntar que era, asimismo, primo remoto de los Vicario, los asesinos. Es decir, tenemos un testigo de excepción.
El narrador sabe bien que a veces una conversación es insuficiente. «Me confesó en una visita posterior, cuando ya su madre había muerto», señala acerca de sus indagaciones. A veces de un largo interrogatorio consigna una frase. No abunda en reiteraciones. En resumen, el relato es producto de un impresionante poder de concisión.
Desde la primera línea, un inicio sugerente, se sabe que el protagonista será asesinado («El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana»). ¿Por qué lo querían asesinar? ¿Quién o quiénes deseaban su muerte? ¿Cómo ocurrió el crimen? Las respuestas las tendrá el lector a medida que avanza, en un camino sembrado de abundante información.
El primer párrafo anuncia, además, un manejo despiadado de los tiempos. Del presente pasa a las 5.30 del día de la muerte, de ahí menciona lo que soñó poco antes Santiago Nasar e inmediatamente lo que le contó 27 años después la madre de este al narrador. Así se edifica esta historia, compuesta por cinco secciones desprovistas de título.
¿Dónde se encontraba el narrador durante el crimen? En un burdel, con María Alejandrina Cervantes, «la más servicial en la cama». Visitar el prostíbulo del pueblo era visto como algo casi natural. El machismo es evidente en la sociedad del lugar. En este contexto, Divina Flor, hija de una cocinera, «se sabía destinada a la cama furtiva de Santiago Nasar». El mayor ejemplo de esta tara enquistada en América Latina es que Bayardo San Román, horas después de casarse, rechaza a la bella Ángela Vicario por no ser virgen. Una frase de la madre de esta acerca de sus hijas es muy ilustrativa también: «Son perfectas. Cualquier hombre será feliz con ellas, porque han sido criadas para sufrir».
La hipérbole, marca registrada de García Márquez y del realismo mágico, se expresa en los gastos de la boda de Bayardo San Román. Un caso: «Se consumieron 205 cajas de alcoholes de contrabando y casi 2.000 botellas de ron de caña que fueron repartidas entre la muchedumbre». Del mismo modo, es llamativo que muchas cosas pudieron evitar el crimen, pero no lo consiguieron, como la nota enviada a la casa de Santiago Nasar en la que le avisan que lo esperan para matarlo.
El crimen mismo parece parte de un espectáculo: «Todo lo que ocurrió a partir de entonces fue del dominio público. La gente que regresaba del puerto, alertada por los gritos, empezó a tomar posiciones en la plaza para presenciar el crimen».
Como un gesto simpático queda la mención cariñosa a Mercedes Barcha, esposa en la vida real del autor, quien no oculta algunos nombres de su familia en la novela. Otro ejemplo de enlazar algo es cuando señala que el padre de Bayardo San Román fue un general que se enfrentó al coronel Aureliano Buendía, el protagonista de Cien años de soledad (1967), obra del propio García Márquez.
El argumento se basa en un hecho real ocurrido en 1951, en la región Caribe de Colombia. Las descripciones son precisas y el estilo, impecable; salvo unos defectillos, como un pleonasmo: «me dijeron a mí». Un argumento magnífico, contado de una manera genial. Bien puede aplicarse aquí una frase atribuida al ruso León Tolstói: «Pinta tu aldea y serás universal».

Gabriel García Márquez.

La frase: «Ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía» (Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez).

1 de junio de 2019

Los diez mejores cómics de la historia


Leer historietas hace buen tiempo que no es solo para adolescentes. Con obras como las que siguen, de superhéroes o autobiográficas, este género alcanza momentos brillantes, al igual que novelas o memorias de primera línea. Aquí una reseña acerca de los cómics que más me han emocionado y que, según pienso, permiten ver la realidad desde un ángulo más ingenioso.


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El rescate de un amigo
Tintín en el Tíbet (1960) | Hergé
 

Tintín en el Tíbet (Tintin au Tibet, 1960), del belga Hergé, es una historieta de aventuras muy divertida. Se calcula que la serie de Tintín (1930-1976), de 24 álbumes, los cuales se desarrollan en diversas partes del mundo, ha vendido más de 200 millones de ejemplares en más de 60 idiomas. Esto evidencia su enorme importancia.
Pero volvamos a la historieta que nos convoca, la cual era la predilecta de su creador. Ya en la primera página el capitán Haddock advierte el peligro que existe en las montañas. Precisamente hay un accidente de aviación en el macizo Gosainthan, a 8.027 metros de altitud, en el Tíbet, en el cual el chino Chang Chong-Chen. Por un sueño, Tintín cree que este amigo suyo vive aún y hacia la parte más alta del mundo se dirige.
El protagonista es advertido numerosas veces de abandonar el rescate, pues se informó que todos los pasajeros del avión fallecieron. El capitán Haddock le pide que tenga sentido común. «Cabeza de mula», le reprocha. Ir al lugar del accidente, para el jefe del aeropuerto de Katmandú, «es una locura». Tharkey, un sherpa [guía], le dice al referirse a Chang: «¡Él ha muerto! [...]. Demasiado frío y nada que comer».
La torpeza del capitán Haddock, quien se tropieza continuamente por donde va, alivia con humor la tensión de ir al encuentro con lo inesperado. Sin embargo, los pequeños accidentes que protagoniza el barbado personaje llegan al límite de cansar. Donde sí es jocoso es cuando, en cierto pasaje, este asegura que no acompañará a Tintín, pero en la siguiente viñeta se le ve descendiendo de un avión rumbo a la cordillera del Himalaya.
Las caracterizaciones van bien. Como suelen ser los marinos, el capitán Haddock lanza maldiciones a cada momento. Es típico que este alcohólico personaje se refiera a cantidades: «¡Mil millones de millares de demonios!».
Lo que no cuadra bien es cómo el sherpa Tharkey habla de forma rústica con Tintín («Yeti existe»), mientras el gran lama, maestro o guía espiritual para los budistas tibetanos, habla correctamente con el protagonista de la historieta. ¿En qué idioma se comunican? Se supone que en francés, pero esto sería extraño. Otro cuestionamiento surge cuando un nepalí insulta al capitán Haddock en hindi, idioma casi desconocido en la región.
Es curioso que Milú, el perro de Tintín, hable como los humanos, aunque ninguno de estos lo advierta. Si solo son pensamientos de este fox terrier blanco, las declaraciones deberían ir en burbujas en los globos de la historieta. En tres momentos esta mascota es especialmente gracioso: cuando se molesta porque lo confunden con un «perro callejero», cuando se embriaga y cuando descuida una misión por preferir un hueso.
De 62 páginas a color, la historieta intenta explotar a lo más el exotismo. El gran lama dice: «Aquí en el Tíbet ocurren muchas cosas que les parecen increíbles a los occidentales». En esa ruta, un monje tibetano levita y percibe el futuro. Un yeti, gigante antropomorfo que supuestamente habita en el Himalaya, es otro elemento de interés en esta historia de Hergé. En resumen, Tintín en el Tíbet permite conocer otras culturas a los occidentales. Dirigida especialmente para el público infantil y juvenil, esta obra fue señalada por la revista francesa Lire, en 2012, como el mejor cómic del siglo XX.



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La fórmula secreta
Astérix el Galo (1961) | René Goscinny y Albert Uderzo
 

Astérix el Galo (Astérix le Gaulois, 1961), de los franceses René Goscinny (guionista) y Albert Uderzo (dibujante), inicia la serie de historietas más traducida (107 lenguas) y vendida (350 millones de ejemplares) de Europa.
Se sabe que ambos creadores, después del relativo éxito con las aventuras del fortachón piel roja Umpah-pah, que transcurrían en América del Norte en el siglo XVIII, deseaban tomar en cuenta la historia de Francia para crear sus personajes (¿el régimen de Carlomagno, el reinado de Luis XIV, la revolución de 1879, el periodo napoleónico, las guerras mundiales?). Ellos eligieron la etapa de resistencia de las Galias frente a las legiones romanas de Julio César, año 50 antes de Cristo. Acerca del protagonista, Uderzo confesó: «Yo estaba pensando en el arquetipo del galo... Un celta alto y rubio». Sin embargo, Goscinny prefirió un tipo bajito, pero astuto.
El galo Vercingétorix se opuso a los romanos con valentía, pero fue derrotado finalmente. Por su coraje, es considerado una figura mítica, un símbolo patriótico y el primer líder del pueblo francés. En este primer volumen de la serie de historietas el único personaje real que aparece es el todopoderoso Julio César.
Veamos el argumento del cómic. Los romanos del campamento de Petibonum no saben de dónde proviene la extraordinaria fuerza de los galos de Armórica, aldea en el norte de la actual Francia, la cual cercan y no pueden conquistar tras la caída de Vercingétorix.
El nacionalismo que expresa el libro se evidencia al mostrar a los romanos como torpes, desleales y cobardes. Sorprende que solo algunas frases estén en latín, pues se supone que todo el tiempo los romanos hablan esta lengua. ¿En qué idioma estos se comunican con los galos? No se precisa.
Otro asunto cuestionable es cuando el centurión Cayo Bonus dice que se encontraba de vacaciones al ser capturado. ¿El concepto de vacaciones existía entonces?
Hay términos poco conocidos que requieren explicación para una lectura más fluida: ‘podón’ (herramienta para podar), ‘druida’ (miembro de la clase elevada sacerdotal), ‘menhir’ (monumento megalítico) y ‘marmita’ (olla de metal). Por otro lado, un aspecto que llama la atención es la ausencia de mujeres en esta historieta.
En 1999 Astérix el Galo fue elegido uno de los cien mejores libros del siglo XX, en una encuesta realizada por las tiendas Fnac y el diario Le Monde. Aparece al lado de cuatro obras del género. Figura con las series Blake y Mortimer, iniciada en 1950 por Edgar P. Jacobs, y Tomás el Gafe, creada en 1957 por André Franquin. Asimismo se encuentran en esta relación El loto azul (Le lotus bleu, 1936), de Hergé, y La balada del mar salado (Una ballata del mare salato, 1967), de Hugo Pratt. Así, el noveno arte poco a poco gana espacio y se codea con obras maestras de la literatura.
¿Por qué gusta Astérix el Galo? ¿Acaso por sus referencias históricas? ¿Quizá por sus gags (efectos cómicos rápidos e inesperados)? El comentarista Gonzalo Valdivia Dávila señala: «La violencia está banalizada como en el caso de los dibujos animados de Warner Brothers y Walt Disney, pues nadie muere cuando le caen rocas enormes ni sale despedido por los aires». Lo cierto es que los golpes que propinan los galos causan risas tanto como cuando estos se burlan de los romanos con una pócima secreta. En suma, su lectura es muy recomendable.



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Persecución infernal
Maus (1980-1991) | Art Spiegelman
 

Maus. Relato de un superviviente (Maus: A Survivor’s Tale, 1980-1991), escrita y dibujada por el estadounidense Art Spiegelman, se centra en las experiencias de un judío polaco durante el Holocausto y en la difícil relación con su hijo. Unánimemente aclamada, esta obra es hasta la fecha la única novela gráfica distinguida con el premio Pulitzer (1992).
Después de dos años sin verlo, Art visita a su padre en 1978, en su casa de Rego Park, Queens, Nueva York. Desde el inicio aquel manifiesta que quiere ilustrar un libro sobre la vida de su progenitor en Polonia durante el Holocausto. Aunque Vladek cree que su hijo ganaría mucho más dinero con otro tipo de dibujos y que su historia no interesa a nadie, colabora con él decididamente durante meses.
Vladek Spiegelman se equivoca de cabo a rabo. Su relato atrapa al lector, pero el mérito no solo es suyo, pues Art se escapa de lo común para contar una historia. Son muchos ya los relatos de sobrevivientes del exterminio nazi, aunque pocos son tan innovadores e imperecederos como el que refiere Maus. La producción sobre este capítulo nefasto de la historia de la humanidad, que causó la muerte de seis millones de judíos, no se detiene. Pese a ello, lo lamentable es que la gente no ha cambiado en su actitud de marginar y reprimir a las minorías. Por ejemplo, Vladek no oculta su rechazo contra un negro estadounidense, al que prejuzga de ladrón. «¡Esto es indignante! ¿Cómo tú, precisamente, puedes ser tan racista? ¡Hablas de los negros igual que los nazis hablan de los judíos!», le reprocha Art.
Aunque el viejo Spiegelman no quiere que se incluyan asuntos privados en el libro, Art cree que esto hace más real, más humana la obra. Por ello no evita mostrar a su padre como un sujeto avaro. El dibujante recuerda que su madre, cuando necesitaba material escolar o ropa para él, debía rogar y discutir durante semanas para que Vladek soltara el dinero. «En cierto modo coincide con la caricatura racista del viejo judío avaro», confiesa Art. «¡Tiene cientos de miles de dólares en el banco y vive como un indigente...!», señala Mala, la segunda esposa del viejo Spiegelman.
«Quiero contar tu historia tal como ocurrió», dice el artista a su padre. Esto ha motivado que muchos consideren Maus una biografía más que una novela gráfica. La incorporación de una fotografía de Vladek con traje de prisionero le otorga un carácter documental, veraz.
La primera parte se ambienta de mediados de la década de 1930 al invierno de 1944. Para diferenciar las nacionalidades, Art dibuja a los judíos como ratones, a los alemanes como gatos, a los polacos no judíos como cerdos. En menor medida, aparecen los estadounidenses y franceses como perros y ranas, respectivamente. Cuando los judíos quieren pasarse por polacos no judíos, el dibujante les pone una máscara de cerdo, recurso ingenioso.
Vladek es políglota. Habla alemán, yiddish, polaco e inglés, aunque esto último no tan bien. Como asegura el traductor Cruz Rodríguez, falla sobre todo en los tiempos verbales y el uso de las preposiciones. El viejo Spiegelman dice, por ejemplo: «Hola, Artie. Llegas tarde. Era preocupado». En este juego de lenguas, hay que mencionar que maus significa ‘ratón’ en alemán.
Consciente de sus limitaciones, Art se enfrenta al reto de crear un buen libro. «Mi padre trabajó en una hojalatería cerca del campo [de concentración de Auschwitz]. No sé qué herramientas dibujar. No tengo documentación», dice. Los modos de resolver los problemas de expresión son varios: para explicar lo que dibuja y que podría no ser advertido por el lector, escribe: «Percha de madera» (en este caso es imposible a simple vista distinguir el material).
«Me hice artista porque a él [Vladek] le parece algo inútil. Una pérdida de tiempo», le confiesa Art a su esposa, Françoise Mouly. El viejo Spiegelman considera finalmente que su hijo será famoso como otro dibujante: el estadounidense Walt Disney.
Maus es, sin duda, un libro pretencioso. «No me siento capacitado para reconstruir una realidad que es peor que mis sueños más funestos. ¡Y además es una historieta! Creo que apunto demasiado alto. La realidad es demasiado compleja para los cómics... Hay que omitir o distorcionar demasiado», sostiene Art. Sin embargo, el resultado es magnífico.
«En setiembre de 1986, tras ocho años de trabajo, se publicó la primera parte de Maus. Fue un éxito de crítica y ventas», recuerda Art en la segunda parte de la misma historieta. No hay duda: Maus es una obra maestra.



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El vengador enmascarado
V de vendetta (1982-1989) | Alan Moore y David Lloyd 

El héroe de V de vendetta (V for Vendetta, 1982-1989) es un terrorista enmascarado con sombrero y capa, dueño de una gran cultura, que se enfrenta a un Estado unipartidista, totalitario y fascista. Esta novela gráfica inglesa escrita por Alan Moore e ilustrada por David Lloyd es una de las más celebradas historietas contemporáneas.
La máscara que utiliza este personaje representa a Guy Fawkes, conspirador católico que intentó atentar con pólvora contra el Parlamento inglés y el represivo rey Jacobo el 5 de noviembre de 1605. No es la única referencia cultural del libro. El protagonista, V, cita versos de autores clásicos como William Shakespeare o letras de canciones como «Sympathy for the Devil» (1968), de The Rolling Stones. Atesora en su refugio obras prohibidas por el régimen que gobierna el Reino Unido.
Nos encontramos en 1997, futuro próximo a la publicación de la historieta, en el que Inglaterra ha sobrevivido a una guerra nuclear. El país es gobernado por el dictador Adam Susan, llamado el «Líder», del partido Norsefire (Fuego Nórdico). Hay que recordar que durante la publicación de V de vendetta el Reino Unido era gobernado por Margaret Thatcher, primera ministra de 1979 a 1990, llamada «La Dama de Hierro», promotora de políticas conservadoras, de la reducción del poder de los sindicatos.
Su pasado tormentoso, impulsa a V a la venganza. Sobrevivió penosamente a los experimentos a cargo de la doctora Delia Surridge, realizados en el campo de concentración Larkhill, a inicios de la década de 1990, donde las víctimas fueron minorías como homosexuales, judíos, izquierdistas, musulmanes. En este lugar conoció también al cura pedófilo Anthony Lilliman y al comandante Lewis Prothero. Prisionero de la celda V, sus habilidades aumentaron con las inyecciones recibidas.
Su huida le permitió echar mano contra todos los que lo torturaron, todos los que trabajaron en Larkhill. No contento con eso, refugiado en la Galería de Sombra, ideó asimismo tumbarse al régimen policial ultraderechista. La obra se inicia cuando salva de una violación a la rubia tontuela de 16 años Evey Hammond, a quien lleva a su guarida. Con ella, el lector conocerá el inframundo de esta especie de ángel vengativo.
Pese a que toma en cuenta un futuro próximo, las ilustraciones parecen antiguas, de la década de 1950, más aun si fueron inicialmente publicadas en blanco y negro. Hay partes complejas como el inicio del libro 2, que muestra a V tocando el piano a modo de introducción. De la misma forma, los saltos de escenario descolocan al lector.
Veamos ahora qué pensamiento transmite el protagonista. En un pasaje, V le dice a la Justicia, representada en un monumento, que no cree más en ella, pues esta se ha acostado con otro. El nuevo romance de V se llama anarquía: «¡Y me ha enseñado más como amante que tú en toda tu vida!». En otro momento afirma que «la anarquía significa ‘sin líderes’, no ‘sin orden’». V no solo busca una venganza personal, sino que la gente reaccione, se anime a rebelarse contra el régimen opresor. En un enfrentamiento señala: «No queda carne ni sangre que matar bajo esta capa. Solo hay idea. Las ideas son a prueba de balas». Su lucha también es ideológica, como la de Guy Fawkes.



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Pesadilla nuclear
Akira (1982-1990) | Katsuhiro Otomo 

Escrita e ilustrada por el japonés Katsuhiro Otomo, Akira (アキラ, 1982-1990) es un manga de 2.215 páginas que popularizó las historietas de su país en Estados Unidos y Europa. Publicada originalmente en blanco y negro, la edición en castellano se basa en la que preparó Otomo para el mercado estadounidense, a color.
Lo mejor del manga son las peleas espectaculares entre los delincuentes juveniles, personajes principales del cómic. En esas páginas los diálogos son escasos, pero se disfruta cómo un grupo de adolescentes con superpoderes juegan a ser dioses.
El 6 de diciembre de 1982 algo extraño destruye Tokio. Pronto otras ciudades del mundo son bombardeadas y se inicia la Tercera Guerra Mundial. Años después, en 2030, la ciudad de Neo Tokio, construida en una isla artificial, es amenazada por terroristas opositores al régimen y por pandillas juveniles.
Tetsuo, de unos 15 años y estudiante de una correccional para marginados sociales, es herido cuando su moto explota después de que un niño con aspecto de anciano, que escapaba de miembros del Ejército, bloquea la autopista. Este incidente despierta extraños poderes en el adolescente, lo cual atrae la atención del gobierno.
Como una forma de venganza contra el altanero y antipático Kaneda, jefe de su anterior pandilla, Tetsuo asume el liderazgo de la banda rival: los Clowns. Una muestra de su fuerza es que elimina a sus enemigos con facilidad, a quienes les estalla la cabeza sin tocarlo. Estamos ya en terrenos que se escapan de la realidad. Mientras tanto, poco a poco Kaneda se involucra en una organización terrorista dirigida por Ryu y Nezu.
Después de varias páginas, se arma una pelotera. Los antiguos enemigos se vuelven aliados y viceversa. Los enfrentamientos se suceden. Entre los temas que trata el manga está el de las drogas: el todopoderoso Kaneda debe consumir píldoras para aplacar el dolor de cabeza.
También tenemos la manipulación e incapacidad de un gobierno que gasta ingentes cantidades de dinero para desarrollar un arma muy poderosa. De este plan se crea una «guardería grotesca», un invernadero para niños canosos y arrugados con enormes poderes. Por ser especial, Akira duerme en una cámara criogénica debajo del Estadio Olímpico de Neo Tokyo. Un rayo láser empleado desde un satélite llamado SOL es otro de los instrumentos del Ejército. El poder militar es expresado también en un golpe de Estado que pone a la ciudad bajo la ley marcial.
Otro de los aspectos es el pánico que causan las hecatombes, algo que experimentaron los japoneses con las bombas atómicas en agosto de 1945. En este panorama, la gente se esconde en refugios antinucleares, además escasean las medicinas y los alimentos. El caos permite que una secta religiosa gane muchos adeptos. Lady Miyako, de dotes premonitorias, señala que habrá «una catástrofe apocalíptica que cambiará el orden de las cosas». La sumisión se muestra también cuando un grupo de fanáticos funda el Gran Imperio de Tokio. La presentación de Akira a cargo de una banda de rock en el Estadio Olímpico es patética, ejemplo de alienación. Al conocer a Akira, Ryu afirma: «Tanto follón por tan poca cosa».
En su templo, resguardada por monjes, Lady Miyako le cuenta a Tetsuo la historia de la creación de Akira: «En los setenta, a raíz de una investigación, se reunió a un grupo de niños de rasgos singulares. Los científicos experimentaron con ellos. Un doctor muy polémico se empezó a interesar. Su especialidad era el funcionamiento del sistema nervioso central. A todos los que desarrollaron poderes y entraron en el proyecto les asignaron un código».
Estamos en el año 2030, tiempo en el que vemos algunos avances tecnológicos, como vehículos voladores, pero todavía utilizan fotografías en carretes. Akira, el manga, es espectacular por las explosiones, las luchas, las magníficas ilustraciones, no así por el guion.



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Extraña conspiración
Watchmen (1987) | Alan Moore 

Watchmen (1987) es, sin duda, uno de los picos más altos de un género hasta entonces poco respetado. Esta historieta de superhéroes con guion de Alan Moore, con dibujos de Dave Gibbons y coloreada por John Higgins, es el único cómic que aparece como una de las cien mejores novelas en inglés desde 1923, en la lista elaborada por la revista Time en 2005.
En Estados Unidos son tres las novelas gráficas que han permitido a este género ser apreciado por la crítica más rigurosa: Maus (1991), de Art Spiegelman, que obtuvo el Premio Pulitzer en 1992; Batman: El regreso del Caballero Oscuro (Batman: The Dark Knight Returns, 1986), de Frank Miller, y Watchmen. Estas dos últimas editadas por DC Comics, compañía estadounidense que tiene en su catálogo a dos de los personajes más conocidos: Superman y Batman.
Watchmen se inicia en 1985, con la muerte de Edward Blake, nacido en 1924 y quien se hacía pasar por el superhéroe El Comediante. Trabajaba para el gobierno de Estados Unidos dedicado a derrocar repúblicas marxistas de América Latina. Cierto día en Nicaragua descubre algo que lo llevaría a la tumba. «Yo he hecho cosas malas. Hice cosas malas a algunas mujeres. ¡Disparé a niños! En Vietnam disparé a niños...», confiesa aterrado por lo que acababa de enterarse, algo mucho peor de todo lo que había cometido.
El Comediante perteneció a los Crimebusters, grupo de superhéroes integrado también por el Dr. Manhattan, Ozymandias, Búho Nocturno, Espectro de Seda y Rorschach. En 1966, durante la primera reunión de estos combatientes de la justicia, El Comediante aseguró que luchar contra los delincuentes era un juego de niños frente a la futura amenaza nuclear. Esa declaración hará cambiar poco a poco el modo de pensar de Ozymandias.
Blake tenía una extraña actitud frente a la vida. No reparaba en nada para conseguir lo que quería. «Nunca he conocido a nadie tan deliberadamente amoral», refiere el Dr. Manhattan. Durante la Guerra de Vietnam (1964-1975), atacó a una mujer embarazada que reclamaba la paternidad para su hijo. En otra ocasión intentó violar a la madre de Espectro de Seda.
El rechazo a los Crimebusters aumenta con el tiempo. «¡No queremos vigilantes! ¡Queremos polis normales!», reclama alguien en una protesta. Algunas pintas en las paredes de las calles describen el momento: «¿Quién vigila a los vigilantes?». La Ley Keene, aprobada en 1977, prohíbe los superhéroes enmascarados. Así, los vigilantes se vuelven ilegales, excepto dos: el Dr. Manhattan y El Comediante, quienes actúan supervisados por el Gobierno estadounidense ante la amenaza extranjera.
Son tiempos duros. Existe el miedo de que se desencadene la Tercera Guerra Mundial. El eje opositor a Estados Unidos, Unión Soviética, invade Afganistán, lo que produce alarma en la población. En este contexto, Richard Nixon, gobernante en la vida real de 1969 a 1974 y aquí, de manera ficticia, es presidente en 1985, después de varias reelecciones, piensa atacar antes. La gente está pendiente de las noticias. En un ambiente en que la paranoia ronda, un tipo mata a sus dos hijas delante de la madre de ellas, por temor a la guerra nuclear y luego se corta la yugular.
Que Nixon sea presidente es una forma de mostrar el grado de deterioro político de Estados Unidos, pues él es el único mandatario que dimitió al cargo (estuvo involucrado en escuchas ilegales a sus opositores). En las últimas páginas se dice que el actor Robert Redford podría ser candidato para las elecciones presidenciales de 1988. Es una irónica referencia a un colega de este: Ronald Reagan, que gobernó el país en la vida real de 1981 a 1989 y que tiene las mismas iniciales (RR).
El suplemento semanal The New York Times Book Review ha señalado que Watchmen ofrece personajes «con unos perfiles psicológicos asombrosamente complejos». En efecto, la muy definida personalidad de cada superhéroe es muy interesante. Para conocerla, es necesario hurgar en el pasado de cada uno. El doctor Jon Osterman (Dr. Manhattan) y el accidente que lo cambió por completo. Daniel Dreiberg (Búho Nocturno) y su afición por las aves. Laurie Juspeczyk (Espectro de Seda) y la búsqueda de la identidad de su padre. Walter Joseph Kovacs (Rorschach) y su infancia difícil. Adrian Veidt (Ozymandias) y su admiración desmedida por el faraón Ramsés II y el emperador macedonio Alejandro Magno.
La historieta reproduce fragmentos del diario de Rorschach, que se inicia el 12 de octubre y termina el 1 de noviembre de 1985. Para diferenciarlos de otros textos, tiene fondo amarillo. En cambio, los diálogos y pensamientos del Dr. Manhattan llevan fondo celeste. También se toman las anotaciones del doctor Malcolm Long, quien trata a Rorschach en la prisión.
Luego de cada capítulo, excepto el último, hay una serie de documentos ficticios. Todo para darle verosimilitud al relato. Por ejemplo, la primera parte de Bajo la máscara, libro de Hollis Mason, sobre los primeros superhéroes. También se incorporan una narración de infancia, el informe de arresto y la evaluación psiquiátrica de Rorschach, un documento militar sobre el Dr. Manhattan, una entrevista a la madre de Espectro de Seda, un ensayo sobre Relatos de la fragata negra (historieta sobre piratas cuyo guionista desapareció un par de años antes y del que se reproducen varias viñetas).
¿Quién es el asesino de Edward Blake? ¿Cómo evitar que Estados Unidos y Unión Soviética se enfrenten? Eso lo descubrirá el lector de esta apasionante y visionaria historieta. Obra maestra sin discusión.



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El nacimiento de los héroes
Batman: año uno (1987) | Frank Miller y David Mazzucchelli 

Batman: año uno (Batman: Year One, 1987), escrita por Frank Miller e ilustrada por David Mazzucchelli, cuenta de forma brillante cómo Bruce Wayne se convierte en el Hombre Murciélago y cómo el oficial James Gordon se vuelve su aliado. No es fácil el camino para ambos.
Los monólogos de Batman (en fondo azul) y Gordon (en fondo amarillo) permiten adentrarnos en los pensamientos de estos personajes. Sus debilidades. Sus temores. Es una estupenda idea recurrir a este recurso. Otro modo hábil es la distribución de la historia por fechas, a modo de diario.
Los flashbacks nos remiten a la noche que Bruce Wayne, de 6 años de edad, fue al cine a ver La marca del Zorro, día trágico en que sus padres fueron asesinados por un atracador. Historia muchas veces contada en los cómics, pero nunca tan bien relatada como aquí.
Paralelamente, vemos a Gordon pronto a ser padre, aunque no le agrade la idea, pues Gotham City, al que llega destacado como teniente, «no es lugar para una familia». Tras residir 12 años en el extranjero, a los 25 años de edad y dueño de una gran fortuna, Bruce vuelve a su ciudad. Considerado uno de los solteros más codiciados, en un pasaje se le ve con una guapa joven. Acerca de ella, el multimillonario playboy le dice a Gordon, quien visita su casa intrigado por saber cuál es la identidad oculta de Batman: «He olvidado presentarles a mi amiga... Verán, no recuerdo exactamente cómo se llama, y no habla ningún idioma que yo conozca».
Si uno es seguidor de este justiciero enmascarado, reconocerá a varios personajes: Alfred («mayordomo formado como médico de guerra»), Harvey Dent (asistente de la fiscalía del distrito y más tarde convertido en Dos Caras), Selina (Gatúbela). Además hay un guiño al final cuando se anuncia a quien será el mayor enemigo del Hombre Murciélago.
Uno de los detalles más celebrados de las historias de Batman, además de su tormento por la muerte de sus padres, es revelar la corrupción policial. El detective Arnold Flass es una pieza del narcotráfico. Esto le confiere carácter de género negro a la historieta, acentuado con las ilustraciones de tono oscuro de Mazzucchelli. Que un personaje que ganaba nuestro aprecio sea infiel a su pareja, quien lo atiende con esmero, hace más verosímil el argumento.
En un momento Batman lanza un rugido que aprendió en África, lo que nos da una pista de su autoexilio. En otro instante, Gordon lo describe así: «Posee aptitudes físicas extraordinarias». Flass añade: «No es humano». Otra característica: opera de medianoche a cuatro de la madrugada, se enfrenta a villanos que pueden ser atracadores callejeros o grandes narcotraficantes. Este es el guardián de Gotham. Como en Batman: El regreso del Caballero Oscuro (Batman: The Dark Knight Returns, 1986), del propio Frank Miller, vemos aquí el debate sobre si es legal el modo de actuar del Hombre Murciélago.
Creado por los estadounidenses Bob Kane y Bill Finger en 1939, este superhéroe con esta historieta acentúa su prestigio como ícono de la cultura popular. Obra muy recomendable.



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El dolor de un pueblo
Palestina: en la Franja de Gaza (1996) | Joe Sacco 

Un hito en la historia del cómic: Palestina: en la franja de Gaza (Palestine, 1996), libro que es periodismo e historieta a la vez. Su autor, el estadounidense Joe Sacco, lo escribió y dibujó luego de pasar dos meses en Cisjordania y la franja de Gaza (de diciembre de 1991 a enero de 1992), dos de los lugares más conflictivos del mundo moderno.
Sacco observa cómo se vive la Intifada (revuelta de 1987 a 1993) en estos territorios densamente poblados, en cuyo primer año —según el reportero— 400 palestinos resultaron víctimas. Preocupado por las historias que escucha, señala: «¡Voy a hacer que el mundo entero sepa de vuestro sufrimiento!».
Se recuerda que esta tierra fue conquistada por romanos, bizantinos, cruzados, turcos e ingleses hasta que estos últimos, en 1948, se retiraron para la creación del Estado de Israel, hecho que marginó a los palestinos que vivían ahí, quienes reclaman un Estado independiente.
El reportero entrevista a varios palestinos que pasaron alguna temporada en Ansar III (Prisión de Ktzi'ot), al sur de Jerusalén, donde fueron torturados. Visita numerosas casas de refugiados. Recorre aulas con goteras, campos de olivo destruidos. También señala cómo los israelíes no les otorgan permiso para trabajar.
Sacco busca el dolor del pueblo palestino. En cierto momento se define como «un buitre», pero no llega al amarillismo, a la exageración. Es valiente al soportar experiencias extremas: «Estoy temblando como un puto flan», dice con gran temor. Sin embargo, piensa: «Esto es bueno para el cómic».
Muchos palestinos creen que los estadounidenses saben de sus problemas, pero están del lado de Israel. ¿Por qué? Por el dinero. En esta situación, no sorprende que algunos apoyen al iraquí Sadam Husein, protagonista de la Guerra del Golfo (1990-1991). «Es nuestra última esperanza», dice un anciano. Otro piensa que en cierto momento recibirán ayuda de algún gobierno árabe, como el de Jordania, Siria y Líbano, para liberarse de los israelíes.
¿Esta gente que sufre buscará venganza? ¿Cómo conseguir la paz, una convivencia armoniosa? El palestino-estadounidense Edward Said —cuyo ensayo Orientalismo (Orientalism, 1978) es mencionado en la historieta­— señala que los cómics permiten pensar e imaginar de modo diferente. Palestina, de Sacco, es una estupenda demostración. «Obra de contenido político y estético de una originalidad extraordinaria», afirma Said. No se puede estar más de acuerdo.



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Sueño de hija
Persépolis (2000-2003) | Marjane Satrapi 

Persépolis (Persepolis, 2000-2003), historieta de la francesa de origen iraní Marjane Satrapi, permite conocer mejor el fundamentalismo islámico y derribar ciertos prejuicios que se tienen de Irán y de Oriente Próximo. Fue considerada en 2010 por el semanario estadounidense Newsweek como uno de los diez mejores libros de la década.
La obra empieza en 1979, cuando cae el sah de Persia, Mohammad Reza Pahlevi, quien gobernaba desde 1941, derrocado por el imán y ayatolá chiita Ruhollah Jomeini (1979-1989), que se convirtió en líder supremo de la República Islámica de Irán.
En el hogar de los Satrapi se vive con pasión lo que ocurre en el país. Cuando el sah y su familia buscaron un país donde exiliarse, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter (1977-1981), se negó a acogerlos. «Parece que Carter se ha olvidado de sus amigos. A ese lo único que le interesa es el petróleo. ¡Nada más!» —dice el padre de Marji y añade—: Mientras haya petróleo en Oriente Medio, no conoceremos la paz».
El régimen de Jomeini, que llama decadentes a los que se alejan del islam, utiliza una política retrógrada y opresiva, especialmente contra las mujeres. El velo se declara de uso obligatorio, con el pretexto de que «los cabellos de las mujeres contienen destellos que excitan a los hombres». Estos, en cambio, estaban prohibidos de llevar corbata por ser considerada símbolo de Occidente. Así, la manera de vestir se convirtió en asunto ideológico.
A estos problemas se suma un conflicto con un país vecino. Los integristas iraníes provocaron que sus aliados chiitas de Irak se sublevaran contra Saddam Hussein, dictador de ese país que utilizó este hecho como excusa para atacar Irán en 1980. Así se inició la cruenta guerra entre estos dos Estados que costó un millón de muertos, sumando ambos bandos, y que finalizó en 1988.
A los 14 años de edad, Marji viaja a Viena con el consejo de su abuela: «Mantén siempre tu dignidad, tu integridad y la fidelidad a ti misma». Todo el libro es un relato muy confesional: «Noviembre de 1984. Estoy en Austria. Vine con la idea de cambiar el Irán religioso por una Europa laica y abierta».
A diferencia de lo que sucede en Irán, en Austria se vive con libertad. Solo un problema político inquieta: los neonazis amenazan con adquirir más poder. En este país muy diferente al suyo, a Marji le cuesta adaptarse. «¡Tienes que hacer el triple de esfuerzo que los demás para salir adelante! ¡Eso es ser inmigrante!», le aconseja la madre de un profesor. La soledad, la xenofobia y pertenecer a otra cultura la convierten en una marginal.
Algunos la rechazan por provenir de un país «violento», lo que la hace sospechosa de ser terrorista. Esto la empuja a juntarse con anarquistas y punks. Una consecuencia negativa es su adicción a las drogas. Conoce también una sociedad con libertad sexual, muchos de sus amigos son promiscuos. «Yo había crecido en un país en el que el acto sexual no se consumaba hasta el matrimonio», observa. En Irán, además, según la ley, los homosexuales son condenados a la pena capital. En suma, es la mirada de Occidente de una oriental. A Marji le es difícil integrarse al mundo europeo. Poco a poco enriquece sus conocimientos. Además del persa, habla alemán, inglés y francés. Orgulloso, el padre se referirá en cierto momento a la protagonista: «¡Eres un sueño de hija!».
La última parte se centra en Irán nuevamente. Es tiempo de la Guerra del Golfo (1990-1991), cuyo origen es la invasión de Irak a Kuwait, lo que produjo la intervención de una coalición liderada por Estados Unidos a favor de este. Los aliados se autodenominan «liberadores», pero su interés real es el petróleo. Los ecos del conflicto llegan a Teherán, ciudad a la que retorna Marji. Irán sigue siendo un país con muchos recursos, tercer productor mundial de petróleo, pero con el 70 por ciento de su población debajo del umbral de la pobreza.
Persépolis permite demoler muchos prejuicios. En Irán la mayoría no habla el árabe, sino el persa, tampoco se desplaza en camello o es terrorista. Además, es posible esquiar cerca de Teherán. Para acercarse al público tanto oriental como occidental, la autora coloca en varias ocasiones notas a pie y explica ciertos aspectos no muy conocidos.
En cierto pasaje la protagonista se refiere acerca de su afición como ilustradora. Cuenta que en Viena hacía caricaturas de sus profesores. «Era una costumbre que ya tenía en Irán. Con la diferencia de que allí llevaban velo y eran mucho más fáciles de dibujar», afirma Marji. Eso se evidencia en el libro: los trazos son sencillos. Por otro lado, solo seis páginas están a color, un anexo al final, publicado en 2003 por la revista alemana SZ-Magazin, en el que la autora se queja de los prejuicios de Occidente hacia su país natal.
Este hermoso relato de corte autobiográfico y de protesta contra el totalitarismo es altamente recomendable. Un clásico contemporáneo.



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Revelación y muerte
Fun Home. Una familia tragicómica (2006) | Alison Bechdel 

En su historieta autobiográfica Fun Home. Una familia tragicómica (Fun Home: A Family Tragicomic, 2006), considerada por la revista Time como el mejor libro del año, la estadounidense Alison Bechdel confiesa que su padre era gay y que descubrió que era lesbiana a los 19 años.
El libro recuerda la relación de la autora con su padre, Bruce Bechdel, un homosexual que nunca salió del clóset. «No éramos normales, aunque no lo entendí muy bien hasta mucho tiempo después», señala Alison.
Profesor de inglés de instituto y administrador de la funeraria familiar, el padre aparece como un sujeto maniático por restaurar la casa de estilo neogótico, edificada en 1867. Su brusquedad, frialdad y exigencia causaban rechazo en Alison: «Crecí resentida por la forma en que mi padre trataba a sus muebles como hijos y a sus hijos como muebles».
Sus hermanos, Christian y John, menores que ella, casi no participan en el libro. En cambio, la madre, Helen A. Fontana, sí, profesora también de inglés y ocasionalmente actriz de teatro.
El pueblo de Beech Creek, Pensilvania, era un lugar poco habitado. Ahí la familia de los Bechdel se acomodó lo mejor posible: «Nuestra casa era como una colonia de artistas. Comíamos juntos, pero aparte de eso cada uno se ensimismaba en sus distintas aficiones».
La funeraria que administraba Bruce Bechdel, fundada por el abuelo de este, le ofreció un ambiente muy especial a Alison y a sus hermanos. Por ejemplo, ahí ella pudo ver cómo se embalsamaban a los muertos. La ilustración de un difunto con el pene al aire y, más tarde, de la práctica sexual lésbica de la autora pueden ser imágenes perturbadoras para ciertos lectores. También la frase de un cartel en su habitación de estudiante universitaria: «Aparta a tu dios de mi cuerpo».
Bruce Bechdel —según Alison— «aparentaba ser un marido y padre ideal. Pero ¿un marido y padre ideal se acostaba con chicos adolescentes?». ¿Acaso este libro es una venganza de ella contra su progenitor? ¿O esta obra es una forma de exorcizar los demonios?
Poco a poco nos enteramos de que Alison considera que su padre se suicidó arrollado por un camión. El accidente que acabó con la vida de este, en 1980, cuando él tenía 44 años y ella 19, cerca de una vieja granja, deja muchas sospechas. Bruce Bechdel fallece cuatro meses después de que ella le revelara que era lesbiana. ¿Eso tuvo algo que ver?
Por momentos, conmueve la relación que Alison mantuvo con su padre. Para ella, descubrir que quien la cuidaba a ella y a sus hermanos, Roy, era pareja de su progenitor debió haber sido chocante.
La estructura del libro no es lineal. La historia parece ir en desorden, pero no, hay coherencia en su presentación. En ese rumbo muestra trozos de diario personal, periódicos y libros diversos.
Por otro lado, las referencias culturales son innumerables: a la Navidad de ¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life, 1946), película de Frank Capra; a la muerte de Albert Camus; a la vida alocada de F. Scott Fitzgerald; a la relación paternal de los protagonistas de la novela Ulises (Ulysses, 1922), de James Joyce; a la renuncia del presidente Richard Nixon, en 1974.
Un libro con muchas vertientes. Fun Home merece una lectura y algunos aplausos.




Glosario

alcohol. «El alcohol es muy malo para los jóvenes. Es un verdadero veneno. La abstinencia es lo mejor» (Tintín en el Tíbet, Hergé).
despedida. «No hay nada más triste que las despedidas. Son un poco como la muerte» (Persépolis, Marjane Satrapi).
hambre. «Cuando se pasa hambre, uno busca salir adelante» (Maus, Art Spiegelman).
homosexual. «Resulta impreciso e insuficiente definir a un homosexual como una persona con cuya expresión de género está en conflicto con su propio sexo» (Fun Home. Una familia tragicómica, Alison Bechdel).
matar. «Quitarle la vida a alguien está mal, sean cuales sean las circunstancias. Matar a alguien es negar a esa persona» (Palestina: en la franja de Gaza, Joe Sacco).
padre. «Cuando un hombre se convierte en padre, nunca vuelve a ser libre por completo» (Batman: año uno, Frank Miller).
pasado. «El pasado no puede hacerte daño a menos que lo permitas» (V de vendetta, Alan Moore).
pensamiento. «Lo mejor de nosotros es estar siempre lleno de ideas» (Astérix el Galo, René Goscinny).
pistola. «Una pistola es el arma de un cobarde, de un mentiroso» (Batman: El regreso del Caballero Oscuro, Frank Miller).
poder. «Cuanto más poder utilizas, más quieres emplear» (Akira, Katsuhiro Otomo).
problema. «Ningún problema del mundo es insuperable, siempre que se le dé el enfoque adecuado» (Watchmen, Alan Moore).